La eficiencia no es lamentablemente el mejor adjetivo para los manejos de muchas municipalidades.
Curioso resulta cómo la idea de las “farmacias populares” ha prendido desde Recoleta hacia otras comunas de Santiago. Lo no curioso es por cierto su nombre, en el entendido de que popular es lo relativa al pueblo, lo cual no deja de levantar las suspicacias hacia su connotación política ¿Por qué parece una tan buena idea? Al menos dos razones.
Primero, surge en el momento correcto cuando el tema de las colusiones en la industria del papel nos refresca la memoria del caso equivalente de las farmacias. Es difícil no empatizar con personas de escasos recursos, sobre todo adultos mayores, que durante un largo período de tiempo tuvieron que soportar, sin muchas alternativas, el yugo de la colusión farmacéutica.
Segundo, parece ser una alternativa, nuevamente dirigida a las personas de escasos recursos, a las ineficiencias que presenta el sector de atención primaria ligado a las municipalidades. Si el medicamento no está disponible gratis, al menos sí lo está a un costo mucho menor del que saldría obtenerlo en algunas de las grandes cadenas de farmacias.
No obstante ambas razones se socavan ante dos conceptos: competencia y eficiencia.
En efecto, hacer entrar un actor financiado con recursos públicos a la industria farmacéutica es una solución que está bastante más abajo en el ranking que otras más fáciles de implementar: perfeccionar la ley de libre competencia (por ejemplo endureciendo las penas y empoderando más a la Fiscalía Nacional Económica); permitir que los medicamentos sin necesidad de receta sean vendidos en otras partes (supermercados por ejemplo).
Con respecto a la segunda, la eficiencia no es lamentablemente el mejor adjetivo para los manejos de muchas municipalidades, más aún existiendo los antecedentes de que en un afán cortoplacista, algunas hayan sacado mal las cuentas del financiamiento de esta idea.
Sin embargo existe la sospecha de que existe una tercera razón: ¿cómo no sumarse a una idea que puede ser electoralmente rentable? Si esta razón es correcta, ciertamente no se podría tildar a sus promotores de ineficientes en la captura de votos.