Ojalá esta buena iniciativa no degenere en el cómo materializarla, cosa no poco infrecuente en nuestro historial de políticas públicas con poca ciencia. Columna de Opinión Diario Estrategia, Dr. Javier Scavia Dal Pozzo.

Si bien estos sectores han estado históricamente desconectados, entre los atributos que tendrá este nuevo ministerio parece que estará dar cuenta de esta desconexión, cosa que al menos, más que expectativas, siembra legítimas dudas de cómo se llevará a cabo. Entre las dificultades y, quizá la más relevante, estará la coordinación de incentivos entre estos sectores ¿Por qué? Al menos dos motivos.
Primero, los incentivos de la academia no están en línea con los del sector productivo y del innovador. Los académicos chilenos típicamente son evaluados por su cantidad de publicaciones en revistas de alto impacto y en temas que claramente no le interesan a los otros dos sectores. Prueba de ello es que la investigación en Chile se financia mayoritariamente con fondos públicos, siendo la contribución del sector privado aún muy escasa. Esta proporción se invierte cuando se revisan países más desarrollados y que incluso están en o muy cercanos a la barrera tecnológica. Revertir esta situación requeriría, entre otras cosas, que científicos (por cierto de excelencia) que llevan años estudiando un tema, se quieran cambiar a otros de más interés para la industria. Otro argumento en la misma dirección tiene que ver con el desempleo (o subempleo) de nuestros jóvenes doctores. Si no son amparados por la academia, es difícil que consigan un puesto en otra parte.

Ojalá esta buena iniciativa no degenere en el cómo materializarla, cosa no poco infrecuente en nuestro historial de políticas públicas con poca ciencia.
Javier Scavia Dal Pozzo
Académico Depto. de Industrias
Universidad Santa María