Como los recursos son escasos y es necesario priorizar, ¿necesita Chile primero más científicos o más educación científica?
Hace algunos días la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología (Conicyt) dio a conocer los resultados de una encuesta diseñada para medir las percepciones de la sociedad chilena acerca de temas relacionados a ciencia y tecnología.
Si bien la importancia que la sociedad da a estos temas sale bien parada (casi un 85% de la población cree que el desarrollo científico y tecnológico traerá muchos o bastantes beneficios en los próximos años), existen también algunas curiosidades de las que vale la pena preguntarse su origen y, su eventual corrección.
Disciplinas tradicionalmente no científicas (como acupuntura y medicina ancestral) resultan tener las menores diferencias entre quienes las distinguen como disciplinas científica / no científica. En tanto, la economía, una ciencia social, se considera como no científica por parte de la población. Este último resultado se revierte en la medida que aumentan los niveles de ingresos y, lamentablemente los de educación, así como también se observa que la población reconoce mejor una disciplina científica de una que lo no es si es que vive en una zona urbana (y no en una rural).
Cuando se pregunta por una serie de actividades realizadas el último año, casi un 83% declara haber ido a un mall, mientras que en los dos últimos lugares figuran las vistitas a un museo de ciencia y tecnología y un laboratorio o institución de ciencia y tecnología (aproximadamente un 15% y un 10% respectivamente).
Finalmente y quizás lo más curioso, un 65,2% dice creer en la frase «los milagros existen» y un 50,5% lo asegura en relación si «los espíritus existen», pero un 53,3% también dice creer que «lo único cierto es lo que se puede comprobar». Curioso es pues pareciera que afirmaciones contradictorias coexisten sin ningún problema en el ideario chileno.
Como los recursos son escasos y es necesario priorizar, ¿necesita Chile primero más científicos o más educación científica? Probablemente la respuesta tenga que ver con la causalidad así como la rentabilidad social de una u otra alternativa, cuestiones para lo cual la economía tenga algo que aportar y, de paso, recuperar su categoría de actividad científica en nuestra sociedad.
Javier Scavia Dal Pozzo
Académico Departamento de Industrias
Universidad Técnica Federico Santa María