He aquí el punto clave: ¿son socialmente deseables sólo rentabilidades de corto plazo cuando están involucrados fondos públicos para servicios también públicos?
Comienza un nuevo año y aún resulta notable la demora con que se siguen tramitando algunos proyectos de ley en el Congreso, por citar algunos, el aborto por tres causales, una nueva legislación que regule la migración (ojalá aséptica de matices xenófobos), matrimonio igualitario, leyes pro animales.
Es notable pues parece que la urgencia y la facilidad con que se toman los acuerdos parecieran seguir más bien un algoritmo de rating televisivo que unas que den cuenta de una visión de estado, concomitante armoniosamente, lo más posible, con las preocupaciones ciudadanas. Y me refiero a “lo más posible”, en el entendido que no necesariamente las decisiones de largo plazo resultan populares en el momento en que se toman.
Esto lo intuimos desde nuestra experiencia (por ejemplo como educandos y como educadores), y nos advierte de los contrasentidos de algunas reformas impulsadas por la actual administración.
Dicho lo anterior, resulta vergonzosamente sorprendente la facilidad con que todos nuestros legisladores se ponen de acuerdo para votar por nuevos feriados, lamentablemente a pocos días del primero de ellos (que en sí no tienen nada malo, al menos en el corto plazo). Esta facilidad para coordinarse recuerda al curioso fenómeno que se da en los matinales. Cuando uno transmite las predicciones del horóscopo, todos casi simultáneamente hacen lo mismo.
Si la coordinación parece ser tan sencilla en los casos de feriados o de los mensajes de las constelaciones, ¿qué tienen en común ambos? Dicho en términos técnicos: ambos son rentables en el corto plazo. He aquí el punto clave, ¿es socialmente deseable sólo rentabilidades de corto plazo cuando están involucrados fondos públicos para servicios también públicos? Puesto de otra forma, ¿qué tiene más sentido, organizar un campeonato en una población o construir una escuela? Este último ejemplo también ilustra el punto de la rentabilidad: es menos costoso un campeonato que una escuela y, en el corto plazo, el primero cosecha muchos más dividendos que la segunda.
Pan y circo es una forma de subestimar la inteligencia de la ciudadanía. Afortunadamente en política es una práctica cada vez menos lucrativa. Lamentablemente en el rating televisivo esta tendencia pareciera ser contraria.
Javier Scavia Dal Pozzo
Académico Departamento de Industrias
Universidad Técnica Federico Santa María
Fuente: Diario Estrategia